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"Al venirme para acá lo perdimos todo," dice el pequeño Néstor, refiriéndose a la decisión que tomó su familia de emigrar de su natal El Salvador a los Estados Unidos hace 3 años.
La separación ha sido una experiencia muy dolorosa, recuerda Néstor.
Fue muy triste, dice Néstor, "y siempre que pienso en eso, me dan ganas de llorar." El niño también lamenta el no haber conocido a su hermanito quién nació después de su partida.
"La decisión de emigrar no fue algo que nosotros planeáramos," dice Melvin, el padre de Néstor, "en mi mente jamás estaba el querer emigrar a los Estados Unidos."
Melvin, quien trabajaba para una empresa de gobierno en El Salvador, dice que era constantemente amenazado de muerte por pandilleros en su país. "No fue una decisión propia, si no que fue algo obligado."
Él temía por su esposa, en ese entonces embarazada con el tercer hijo de ambos, y también por Néstor, el mayor de sus hijos — su temor más grande, cuenta Melvin, es que Néstor fuese reclutado por las pandillas.
"Ahí fue cuando tomé la decisión de traerme al niño," dice Melvin refiriéndose a Néstor.
Padre e hijo emprenderían la peligrosa travesía al norte.
Las familias que emigran a los Estados Unidos en busca de asilo y mejores oportunidades de vida saben que enfrentarán separaciones y sufrimiento, pero no se imaginan lo desgarrador que será para todos.
Algo más que desconocían las familias, como la de Néstor y Melvin que emigraron en aquel entonces – y alrededor de 5,500 familias, de acuerdo a NPR– es que si lograban llegar a la frontera de México y E.E.U.U., también serían separadas al llegar.
Así les sucedió a Néstor y a Melvin, quienes fueron separados bajo la política conocida como cero tolerancia de la administración del expresidente Donald Trump en el 2018.
La política de la administración de Trump fue establecida como parte de una estrategia con la meta de reducir la migración legal e ilegal a los Estados Unidos, pero fue ampliamente criticada por los defensores de los derechos humanos de los migrantes – especialmente por que esa política era cruel y traumatizaba sicológicamente a los migrantes, dicen los expertos.
Melvin, de 33 años, y su hijo Néstor, de 14, compartieron aspectos de su travesía con NPR y por motivos de seguridad y para proteger su identidad, NPR está utilizando solamente los primeros nombres de ambos.
Aunque padre e hijo ya están juntos, su reunificación es apenas el principio de otra pesadilla – Néstor y Melvin continúan procesando lo que han vivido hasta ahora y contemplan un futuro incierto mientras esperan la fecha en la que tendrán la oportunidad de solicitar asilo ante un juez.
'¿Y los niños? ¿Y los niños?'
Para muchos migrantes de Centro América, como Melvin y Néstor, la realidad de la enorme distancia y los riesgos que les espera en el viaje, no se cristaliza hasta que se encuentran en medio del camino, viajando más de 1,000 millas desde su natal El Salvador hasta la frontera de México con E.E.U.U. en auto, balsa y a pie.
El viaje fue aún más agobiante para el pequeño Néstor, forzando a menudo a Melvin a cargar a su hijo en sus brazos o en su espalda. Ambos dicen que el camino fue aterrador – navegando extorsión policíaca, amenazas de muerte y agotamiento físico y emocional.
El par cruzó en balsa el Río Bravo, el muro invisible que los agentes de la patrulla fronteriza vigilan constantemente, y donde muchos migrantes han muerto ahogados en las corrientes de agua que son extremadamente turbulentas. Melvin y Néstor dicen que temieron por sus vidas cada segundo mientras cruzaban el río.
Melvin y Néstor llegaron a la frontera entre México y E.E.U.U. el 5 de Junio – unos meses después de que el entonces Fiscal General Jeff Sessions anunciara formalmente la política de cero tolerancia de la administración Trump. Padre e hijo se imaginaron que al llegar a la frontera la pesadilla terminaría y el proceso de solicitar asilo en los Estados Unidos empezaría.
Nunca se imaginaron que serían separados y transportados a diferentes centros de detención al entregarse voluntariamente a oficiales de migración en una garita de Texas, dice Melvin.
Néstor recuerda ser subido a una camioneta con otros niños y fueron trasladados a un lugar que él describe "como una cárcel." Hacía frío, dice Néstor, pero no les dieron cobijas de tela, solamente mantas de mylar térmicas de emergencia para mantenerse calientes. Néstor no sabe cuántos días permaneció ahí. Y lo más desorientador es que no supo a dónde se habían llevado a su papá, dice Néstor.
"¿Y los niños? ¿Y los niños?" Melvin y los otros padres detenidos preguntaban, al haber sido separados de sus hijos, pero los oficiales ignoraban sus preguntas, indica Melvin.
La administración del Presidente Joe Biden ha creado un grupo operativo encargado de reunir a las familias que fueron separadas durante la administración de Trump. Este grupo ha descubierto que la estrategia de la administración previa fue tan desorganizada que puede ser posible que los mismos oficiales desconocieran los límites de las leyes.
"En las noches lloraba y me sentía triste porque no sabía qué nos esperaba en el futuro." Todos los días los oficiales amenazaban a los padres en detención, cuenta Melvin. "Ustedes van a ser deportados. A ustedes los van a mandar de regreso y sus hijos se van a quedar aquí. Van a ser adoptados."
Melvin dice que él les suplicaba, "¿cómo van a quitarme a mi hijo? Es mi hijo. Es mío. No, no pueden. No pueden [quitármelo]."
Al mismo tiempo, Néstor también suplicaba saber dónde se encontraba su padre. Dice que los agentes simplemente le decían "pronto," vas a estar con tu papá.
Eventualmente, Néstor fue trasladado a Nueva York en avión. No sabe exactamente cuando, pero sí estuvo consciente de que estaría muy lejos de Texas, donde estaba detenido su papá.
Néstor dice que él también lloraba por las noches, angustiado al pensar que había perdido a su familia para siempre.
Esos temores que Néstor sentía estaban bien fundados.
NPR ha reportado que defensores de los derechos humanos de migrantes estiman que por lo menos 1,000 niños continúan separados de sus padres. El Departamento de Seguridad Nacional dice que no tiene registros de reunificación de por lo menos 2,1oo niños, debido parcialmente a un registro defectuoso.
"Lo más difícil fue no saber nada de él, no saber ni dónde estaba, no tener ninguna comunicación," Melvin narra refiriéndose al haber sido separado de Néstor.
Finalmente reunidos pero las cicatrices permanecen
El 26 de junio de 2018, un juez federal ordenó al gobierno que reuniera a las familias separadas por la política de cero tolerancia del expresidente Trump.
Más de dos meses después de haber sido separado de su papá en la frontera, Néstor recibió buenas noticias: el 26 de agosto finalmente sería reunido con Melvin en California.
"En ese momento sentí una felicidad inmensa y le di gracias a Dios," recuerda Néstor.
Sin perder tiempo, el niño empacó sus escasas pertenencias – lo más importante: cartas que Néstor le había escrito a su papá, con la esperanza de volverlo a ver algún día y entregárselas él mismo. Néstor recuerda este momento claramente y al tan solo recordar se le dibuja una sonrisa en la cara. Dice que cuando vio a su papá en el aeropuerto de Los Ángeles, corrió a sus brazos y no pudo contener las lágrimas.
"Sentí emociones encontradas," recuerda Melvin, muy contento de volver a ver a su hijo, pero triste de recordar el dolor que los dos pasaron durante la separación.
Sin embargo, la felicidad le ganó a la tristeza, porque "después de tanta incertidumbre, de no saber nada de él, y de volver a ver a Néstor ese día," dice Melvin, "fue algo muy lindo al final de tanto dolor."
Fue un momento feliz, dice Néstor, pero el trauma emocional causó secuelas.
Aún al estar ya reunido con su padre, que era lo que Néstor más anhelaba, el niño no quería salir de la casa, no le apetecía jugar y pesadillas invadían sus sueños constantemente.
Melvin dice que su hijo no era el mismo – se veía triste, sin ánimo y retraído.
Síntomas que muchos niños separados de su familia demuestran, dice Melissa Tith, una terapeuta y supervisora del programa Todo Por Mi Familia, parte de una organización llamada Agencia de Familias Seneca, que ayuda a proveer servicios de salud mental gratuitos a personas como Néstor y Melvin.
Por ahora, Néstor y Melvin se encuentran viviendo juntos en el Sur de California mientras que esperan que la corte escuche su petición de asilo. Sin embargo, puede aún tomar tiempo, así ha reportado NPR. Y no hay ninguna garantía de que los solicitantes como Melvin y Néstor puedan permanecer en los Estados Unidos legalmente.
La administración de Biden dice que está trabajando para ayudar a familias que fueron separadas bajo la política de cero tolerancia de Trump, entre otras cosas, ofreciendo terapia gratuita y también está revisando el proceso de asilo político en la frontera y el sistema de migración de este país en general.
Desde octubre del 2020, Néstor recibe terapia de Seneca semanalmente. Él dice que está ayudándole mucho, pero es un proceso que demora y puede ser un esfuerzo de toda la vida, según Tith.
"Casi ya no tengo pesadillas," dice Néstor.
Otra señal de progreso es que Néstor se graduó de la secundaria recientemente y empezará la preparatoria este otoño. Él dice que quiere seguir estudiando y convertirse en un cirujano en los Estados Unidos.
Melvin y Néstor sueñan con vivir permanentemente en libertad y con seguridad en los Estados Unidos, pero ese futuro es, por ahora, aún incierto.
"Lo más importante es contar con vida, contar con salud y tener a la familia junta," dice Melvin, tratando de darse ánimo a seguir luchando, aunque por ahora esa familia sabe que solo incluye a Néstor.
Joel Rose contribuyó a este reportaje. Heidi Glenn, Marisa Peñaloza y William Troop lo editaron. Isabeth Mendoza ayudó con la traducción. contributed to this story
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